Del dominio al respeto - Reflexiones de una joven de hoy
A continuación compartimos un texto muy bien logrado y reflexivo, que nos invita a transformar nuestra huella a partir de una forma diferente de relacionarnos con la naturaleza, escrito por María Camila Arcila Noreña, del grado 10B del Colegio Horizontes:
Del dominio al respeto
Con la llegada del hombre, todo el mundo como lo conocían las demás especies cambió drásticamente, los animales fueron desplazados de los campos para exhibirlos en vitrinas como si no fueran más que unas botas o un abrigo, los árboles fueron talados cómo si no fueran más que un estorbo para la construcción de las ciudades, y los bosques fueron destruidos como si no importaran las especies, que a raíz de esto, quedarían sin hogar. La humanidad está sumida en una burbuja de egoísmo que la hace ser consciente del daño que ha causado, pero a la vez incapaz de renunciar a las comodidades que le brinda. Hemos creado un mundo que gira en torno a la humanidad, en donde el hombre tiene completamente dominadas a todas las demás especies, y ahora en vez de existir para mantener el equilibrio y la armonía en la naturaleza, pareciera que su único propósito es existir para cumplir los caprichos de la humanidad. Tal como dice Ospina (1994) “un mundo vertiginoso y evanescente donde todo es desechable, incluidos los seres humanos, donde los innumerables significados posibles de toda cosa se reducen a su único significado: su utilidad” (p. 15).
Las primeras civilizaciones mantenían una relación más mística con el mundo, vivían en armonía con su entorno y con las demás especies, pero a medida que fueron descubriendo que no necesitaban ser los más grandes ni los más fuertes para dominar a los que sí lo eran, fue que lo místico se fue desvaneciendo, y la relación de coexistencia que se tenía con la naturaleza se convirtió en dominación completa de parte del hombre. Se fue desarrollando una cultura de gula del poder, la humanidad nunca está satisfecha, nunca conforme, siempre necesita más, más poder, más dominación, más producción y fue la naturaleza la que tuvo que pagar las consecuencias de tal inconformismo, llegando a un punto en el que el valor que le damos a nuestro entorno está basado meramente en lo que podemos sacar de él, según Ponce Castañeda (2022) “La naturaleza ha sido invocada como el origen de riqueza de un país; pero también como un elemento de manipulación del que se pueden obtener recursos que contribuyen al crecimiento del capital”.
En la actualidad, la naturaleza se ha convertido en una herramienta para el desarrollo económico, expuesta a las demandas del mercado y las necesidades de crecimiento de las naciones. Las industrias, en su constante búsqueda de minimizar costos, no solo extraen recursos, sino que también alteran los ecosistemas para crear productos que alimentan una sociedad consumista. Este enfoque reductivo ve el medio ambiente no como un sistema vital con el cual coexistir, sino como una mera materia prima cuyo valor está determinado por su capacidad para generar dinero. La intervención humana en la naturaleza está motivada por un sentido de rentabilidad que ignora las consecuencias a largo plazo sobre el bienestar ambiental y la estabilidad de los hábitats. Como resultado, los ecosistemas se ven afectados, y la biodiversidad es sacrificada para fines del progreso económico, reflejando una forma de vida que pone primero el desarrollo inmediato antes que la sostenibilidad. Por lo tanto, en vez de ver la naturaleza como algo que debe ser cuidado y respetado, se considera solo una fuente de recursos que tiene valor solo por lo que puede aportar a la economía.
Los humanos olvidamos que somos parte del entorno, así como podemos modificarlo, también somos moldeados por él, por esto el estado en el que se encuentre nuestro entorno va a perjudicar directamente nuestro bienestar; así mismo, los pensadores reconocían que el medio ambiente influye de manera directa la forma en que los humanos nos hacemos en el mundo (Ponce Castañeda, 2022). Cada decisión que tomamos con respecto a la naturaleza, tarde o temprano, se refleja en nuestra propia salud y bienestar. Si explotamos irresponsablemente los recursos naturales, contaminamos el aire y el agua, o destruimos ecosistemas vitales, al fin y al cabo, estamos dañando nuestra propia calidad de vida y las de las generaciones futuras.
A medida que vamos siendo conscientes y comprendemos la relación dependiente entre humanos y naturaleza, es fundamental reflexionar sobre la coexistencia armoniosa que alguna vez caracterizó a las primeras civilizaciones. En lugar de ver a la naturaleza simplemente como un recurso a explotar, podemos aprender a verla como un factor vital en nuestro propio bienestar y desarrollo. La coexistencia implica reconocer que nuestras acciones tienen efectos recíprocos sobre el medio ambiente y, a su vez, sobre nuestra propia calidad de vida, teniendo en cuenta esto, una opción viable para empezar la transición del estilo de vida que mantenemos ahora a uno más sostenible en relación al medio ambiente, sería implementar “la propuesta del buen vivir. Una visión comunitaria con perspectiva horizontal en la que no se puede vivir bien, si los demás viven mal. En donde el equilibrio y la relación con la Madre Tierra son esenciales, cuidando y siendo conscientes de la preservación y los ciclos de vida.” (Gonzales Medrano, 2022).
La humanidad ha creado un mundo en el que explotamos y dominamos la naturaleza, olvidando que somos parte de ella y que nuestras acciones tienen consecuencias directas en nuestro entorno y en nuestra propia vida. Pero aún estamos a tiempo de cambiar, la idea del "buen vivir" nos propone vivir en armonía con la Madre Tierra, respetándola y cuidando de ella. Si tomamos conciencia y actuamos ahora, todavía podemos corregir nuestros errores y restaurar el daño que hemos causado. Pero este cambio requiere que cada uno de nosotros entienda que nuestro bienestar depende del bienestar de la naturaleza. Aún tenemos la oportunidad de construir un futuro en el que nuestro desarrollo no destruya el medio ambiente, sino que lo respete, asegurando un mundo mejor para las próximas generaciones.
Referencias bibliográficas:
- Ospina, W. (1994) los románticos y el futuro En Es tarde para el hombre (pp. 13-35). Norma
- Ponce Castañeda, C.F. (2022, majo, 9). Reflexiones sobre la relación humana con la naturaleza. juventudesjesuitas.org.mx.
- González Medrano M. (2022, mayo, 24). El buen vivir, una propuesta para el cuidado de la Casa Común. juventudesjesuitasorg.mx.